miércoles, 10 de agosto de 2016

El Diablo Está Enojado, EP1: Kirieleison, CAP6: La Muerte del Hechicero (ficción)


Cuando Púas se disponía a ejecutar a tres secuaces, un carro sospechoso se estacionó en las inmediaciones del edificio de la Procuraduría. Púas se distrajo con este auto, un Cadillac negro con vidrios polarizados y que, mientras estuvo estacionado no apagó la marcha del motor.
Por el objetivo del rifle, púas observa las puertas del edificio, ningún movimiento raro, ahora mira el carro por la misma mira telescópica y no puede ver el interior, Púas se limpia el sudor y sigue observado tanto la salida del edificio como el carro sospechoso.
El vehículo comienza a avanzar a muy poca velocidad rumbo a la salida del edificio, Púas sospecha de un movimiento el cual le impide culminar su objetivo, por lo que sale de su departamento y se sube al techo para tener otra perspectiva del lugar.
Del edificio ya salen los delincuentes quienes son rodeados rápidamente por unos niños que estaban en el lugar, no deja de mirar el auto que en su caminar pasa por el reflejo del sol, este rebota en la ventana que está medio abierta, saltando a relucir unos prismáticos desde su interior.
- Así que mandan refuerzos. Piensa. -Entonces Ya se terminó el tiempo de ser silencioso, gritaran de dolor rogando que sea rápido con mi tarea, pero seré lento, cada que supliquen me detendré un poco para saborear su dolor. Y luego –suspira- ...los mato, termino con ellos. Asesinos, violadores, narcos, les veré la cara antes de morir.
En un bar de desnudistas llamado “La Mina”, se reúne lo más bajo del mundo de la delincuencia, a ese lugar se dirige Púas.
Belicia se encuentra sentada en la barra que separa a los comensales del escenario donde bailan las desnudistas, en el mismo bar que visitará Púas o “Pancho” como lo conoce la dama.
En una mesa con forma de herradura, no muy lejos de Belicia, tres secuaces vestidos con camisas Malverde y sombrero norteño, platican sus fechorías.
- Si, cuando se descuidó le di un puñetazo y le quité la bolsa. -Dice el tipo del extremo derecho-.
-  Jajaja, no mames, cuando lo alcanzamos lo levantamos, estuvo difícil porque estaba bien gordo el wey, a la otra le tendremos que decir al jefe que pidamos rescate extra por el peso, jajaja - ríen los demás secuaces.
Púas se les acerca, se para frente a ellos y saca una baraja de tarot, les reparte una carta con la cara hacia abajo a cada uno. Al de la extrema izquierda le dice que levante la carta primero, éste la voltea y es una figura de cordero, le repite la dinámica al de el medio, el dibujo es la muerte, Púas saca la pistola y le da un plomazo en la frente, matándolo al instante.
Al de la derecha lo voltea a ver y con la pistola le hace la señal para que destape su figura de la carta, éste la voltea y saca un cordero, por lo que sonríe, el tipo de la extrema izquierda se le une a la felicidad.
Púas mete la pistola y saca un cuchillo, les corta el cuello a los dos y sale apresurado del lugar. Belicia, quien observó todo se toma lo que le queda de cerveza, se levanta y sale detrás de Púas.
- Este es, por fin lo encontré –se acerca el brazo medio a la boca y activa un comunicador.
En el estacionamiento del lugar está la dama que lo sigue  recargada en un carro con la llanta pinchada, Púas se le acerca a ella, su carro estaba junto. Púas se está secando las manos de la sangre de los maleantes. La chica  le pide ayuda.
Púas le abre la puerta, Belicia se sube al vehículo. De uno de los compartimentos del carro saca una cajetilla de cigarros, ésta está vacía y la tira a la calle. Mujer precavida, saca una cajetilla y le pone un cigarro en la boca a Púas. Estaba en la parada de un semáforo, en la luz roja cuando Belicia le prende el cigarro, Púas le da una bocanada y lo saborea. Se le queda viendo a la chica y piensa.
- Como no lo vi venir. -Se queda desmayado en el volante.No puede ver nada, siente que unas cuerdas lo aprisionan, está sentado en una silla, posiblemente de algún comedor pues está acolchada. No tiene tapados los ojos pero aun así sigue sin ver nada.
Una luz muy tenue se asoma por una de las rendijas de la puerta, se abre y de ella sale un tipo que se le acerca poco a poco, otra luz dentro del cuarto que proviene de una lámpara se prende en su mínima potencia, a esta la manipula Belicia quien le va subiendo la intensidad a la lámpara para dejarla a mediana iluminación.
Belicia se acerca a Púas y le pregunta para quién trabaja.
- Trabajo solo. –Responde-
- No mientas, se nota tu miedo. -Lo golpea en la mejilla-
- No tengo porque mentir, trabajo por mi cuenta, me estoy vengando de todos esos malnacidos, ellos fueron responsables de la muerte de mi familia. -Dice enojado-
- Idiota, te han reclutado.
- ¿A qué te refieres? ¿Al tipo malo que me contactó? No, yo rechacé ese trabajo. Vino un hombre pidiendo mi ayuda, que asesinara a todos estos tipos. Ahora estoy acabando con ellos por mi cuenta.
De la oscuridad sale un padre con sotana y se dirige a Púas.
- El diablo ha confundido tu mente, estás haciendo lo que quería que hicieras, le estás mandando soldados al infierno, ¿acaso no te das cuenta? -Dice el Padre mientras se sienta en un sillón frente a él y le limpia un poco la sangre.- Una vez entrenados vendrán a invadir la tierra, por eso necesita tantos.
- Un momento - reflexiona- aun me falta una persona, había uno que restaba en la lista, un pez gordo, es el último.
-Tenemos que encontrarlo antes que ellos, antes que lo maten… o se muera.
- Es político prominente, capitán del ejército, el más sanguinario de todos y practica hechicería. - Estuvo en la matanza de Acteal, en agua blanca, y en las masacres de Sinaloa y como diputado apoyó las bodas gay (...)
Se realizó una búsqueda exhaustiva para dar con él. No podían decir lo que querían, ni revelar los secretos de la misión. El acercamiento a este general tenía que parecer fortuito.
Luego de varias semanas de estar tranquilo, se avecinaba de nuevo la tormenta pues, cuando todo parece estar resuelto, se vienen los problemas como una cascada de agua fría, un alud de tierra que sepulta lo más querido de la vida. En la época que le tocó vivir es muy común que esos días sean más comunes.
De estar tranquilo en la casa con su madre, Púas probó lo que ya había olvidado por la preocupación de la búsqueda del general.
El sueño era profundo y el descanso recién se presentaba, la puerta del cerco es tocada con fuerza, alguien quiere que sepa que ahí está y que salga. Púas, adormilado en extremo, con mucho trabajo se para, se pone las pantuflas; unas de zombie, y se dirige a la puerta. Abre, y está un señor, le hace saber que tiene que salir para firmar una notificación sobre las placas de su carro.
Su carro fue robado hace más de 5 meses, lo reportó y aún así le están cobrando la deuda de placas. Púas saca de su bolsillo el celular y mira la hora; son las 7:34 de la mañana.
- ¿Señor Hermán?- Si.- Necesito que firme esto.
- Son las 7:30 de la mañana, ¿no pudo encontrar una hora más adecuada para venir?- Tengo mucho trabajo...
¿Por qué no ha pagado?
- Problemas económicos, ¿recuerda que el gobierno anunció que estamos en crisis?
- Hay que cumplir, señor, así como queremos progresar.
- Usted no se preocupe - le firma el documento y se mete a su casa- Su madre ya lo esperaba dentro con los recibos de luz, agua, teléfono y, además se terminó el gas. Hay que ponerle gasolina al carro y no hay nada para comer.
Púas deja todo en la mesa, el descanso que iba a tomar se esfumó y se mete a bañar, el agua sale helada, se acuerda que no hay gas. Se viste con ropa deportiva, sólo le pondrá la gasolina al carro e irá por un pequeño tanque de diez kilos para el gas.
Púas siempre ha sido muy cuidadoso con estar bien con la ley sólo que, en esta ocasión son consecuencias de su trabajo que los problemas laborales como la reducción del salario, cancelación de horas extras y recorte de personal, su trabajo se convirtió de un sustento seguro a una carga traumante, el patrón les trata como los enemigos a vencer y, es que todas esas órdenes vienen del Distrito Federal, donde está la agencia central.
Púas llega a la gasolinera, se esculca los bolsillos y sólo tiene cien pesos, con eso tiene que echar gasolina, comprar el gas y comer ese día, pero como era principios de mes el carburante subió de precio, de ese dinero lo partió en tres, apenas sube la aguja del tanque, sólo para poder ir al trabajo, el gas; sólo para la cocina de una semana y para comer nada; un mazapán y rezar para que le alcance el azúcar hasta la noche.
Aún así le echa los cien pesos, sale de la gasolinera, sólo está pensando en cómo le hará para pagar las deudas, recorre una y otra vez mentalmente las opciones de préstamo. ¿Cómo podré hacer dinero? Se pregunta a cada momento mientras se dirige a un centro comercial cerca de su casa, ahí tienen cajeros automáticos y quiere saber si aún le queda dinero aunque sea, para el gas.
 Los cajeros que se encuentran en el interior del centro comercial de la Mega, Comercial Mexicana, que está en esquina del bulevar Lázaro Cárdenas y Anáhuac nunca sirven al cien por ciento, el de Bancomer, que es al que va Púas, jamás lo ha encontrado con efectivo pero, como uno de los defectos de este es ser muy confiado, tanto en los seres humanos como en la tecnología, siempre cae de nuevo.
Como siempre el cajero automático le impide sacar el dinero pues se encuentra vacío e incapaz de efectuar la transacción que le solicita. Púas sólo se cambia de cajero, ahora al de HSBC, este le acepta todo pero, cuando le indica que recoja su dinero este no se lo da. Revisa bien la rendija que entrega el valor de lo solicitado y no hay nada. Pide de nuevo el estado de cuenta y se percata que sí le hicieron el cargo. Púas, enojado le rompe la pantalla al cajero, voltea alrededor y mira  que nadie se dio cuenta, se va rápido.
En el carro saca su frustración, enojado por la serie de infortunios que desde hace un par de años comenzaron.
-Demonios, ¿porqué? ¿porqué?. Siempre tengo que confiar, ya me había pasado antes en Banamex, aquella vez fueron mil pesos, ahora sólo doscientos, la diferencia es que ahora fue todo mi tesoro, malditos bancos del diablo. Luego quieren que todo se haga a través de ellos – Golpea varias veces el volante mientras avanza hacia la casa, con su madre.
Por el retrovisor observa a una patrulla con los códigos prendidos, y esta le solicita que se pare, con la enojada se le olvidó ponerse el cinturón de seguridad. Siente que la tierra le hace la peor de las jugadas, sólo puede pensar en las cosas que ha hecho para merecer esto pero, llega a la conclusión que las tragedias llegaron antes de la primer ejecución, más aún, llegaron desde qué más se apegó a su fe; su religión.Ahora todo el odio lo canaliza hacia el representante del mal.
  -Que tal señor – dice el oficial – me permite su licencia y papeles del carro.
Púas, desde que en su trabajo no les dan utilidades no ha podido regularizar su situación, es por eso que no le sacó placas a su carro y mucho menos ha podido renovar su licencia. Aparte de tenerla vencida, está infraccionada desde hace más de dos años.
  -No tengo licencia, oficial -responde – aquí está la tarjeta de circulación.-Umm, me va a tener que acompañar, avance derecho hasta llegar a la comandancia.
La comandancia de policía se encuentra cerca de la casa de Púas. En su cabeza repite los pensamientos que le aquejan, y se pregunta ¿porqué pierden el tiempo con esto? La ciudad se muere por la delincuencia, bandas secuestran,  extorsionan, pistoleros están sueltos en la calle y el tiempo que le dedica este oficial es mucha para una infracción por no tener cinturón.
-¡Le deberían de dar una medalla a este policía!, sonríe un poco – ya me hacía falta un chiste malo.
Cuadras adelante se le pide la parada nuevamente. Se baja otro policía, uno diferente al que le paró primero y que se encontraba en el asiento del copiloto.
-A ver amigo, vamos siendo claros, ¿traes doscientos pesos? No te la vas a acabar con la multa, mejor coopera y te salvo de un “problemón”.
-Señor oficial, sé que he hecho mal al no traer el cinturón pero le prometo que no tengo nada, si hoy me muero, moriré sin hambre pero pobre, sin un cinco.
-¿Donde trabaja?
-En el periódico, La Voz de la Frontera.
-¡Oh! ¿Y no tienes para pagar? ¿Que no ganan muy bien ahí?
-No oficial, eso es una leyenda urbana. Desde hace tiempo que el patrón nos trata como enemigos y no como empleados. Desde la campaña del presidente no nos han dado utilidades y no parece que nos vayan a dar.
-Me das pena, vete, no te quiero ver por acá.-Gracias oficial, trataré de obedecer la ley.-No me interesa, lárgate.
Hay dos cosas de las que te tienes que cuidar en México; de la delincuencia y de los policías. Hemos llegado a un momento donde no sabes si alguien te quiere ayudar o te quieren hacer daño. Tuvo suerte con este policía pero, se pone a pensar, si no hubiera querido el dinero, no le hubiera parado. ¿O es acaso que una vez parado se le ocurrió pedir el dinero? Es muy probable que no, desde la primera vez que se bajó de la patrulla no traía la boleta de multas a la mano.
Hoy es un día donde un abrazo vendría muy bien.
En este tipo de ocasiones es cuando la mayoría se acuerda de Dios y le pide ayuda, Púas siempre lo ha tenido presente y le habla constantemente. Se acuerda de Brenda, de su pequeña hija y del infortunio que les pasó, esa manera de morir no es deseable a nadie. Diario pone las notas en el periódico sobre gente que muere en manos de su propia familia, de la manera más extraña y sanguinaria, nunca pensó que le fuera a pasar a él.
Nunca se imaginó que ésta sería parte de su historia. Hasta el momento es la consecuencia de las decisiones de otros. Si él de niño se viera como está ahora seguro se daría una patada en el trasero. En este año ha reducido a la mitad su sueldo, ha aumentado sus deudas al doble y perdió a su familia. Algo muy importante está destinado a hacer para que todo esto le intente desmotivar.
Las cosas no mejoraron ni un milímetro pero dejaron, por un tiempo, de pasar desgracias grandes en su vida. Seguía trabajando donde mismo, seguía viviendo en casa de su madre, seguía sin dinero y con amigos borrachos que a veces, le invitaban unas cervezas.
En el periódico, mientras hacía sus labores le habla el director pide que vaya a su oficina, él a prisa se dirige a ella y se presenta con su jefe.
- Púas, ¿cómo estás amigo? Siéntate, te hablo para decirte que ya está programado el viaje a Panamá. Le da un boleto de avión. – tienes que estar en el aeropuerto el jueves a las 7:00 de la mañana, tienes dos días para arreglar las maletas.
- Está bien, ¿el trabajo lo haré con mi equipo?
- Si quieres llévatelo, sólo por respaldo, pero te daremos uno nuevo. El Director saca una cámara de su escritorio y se la da – te llevarás esta, es un prototipo de la empresa Terrashot, tiene 50 mega pixeles, el lente lo puedes usar en angular o en telefoto sin cambiarlo, estarás en todo momento conectado con el satélite en 5G y transmitirás tu ubicación a cada momento, ya lo verás en el menú. Tomas una foto; la envías, tomas otra; la envías, así nos manejamos.
Sale del trabajo caminando, ese día no tuvo carro y se va a esperar el camión. Para llegar a la parada tiene que caminar 5 calles y al atravesar el edificio de rectoría lo aborda una patrulla y el oficial le ordenó que enseñe lo que lleva en la mochila.
-¿Pasa algo oficial? 
-Qué, ¿te molesta? ¿Te vas a poner difícil?
 -No oficial, sólo pregunto.
-Cállate entonces, ¿de dónde vienes?
-Del trabajo.-¿Dónde trabajas?
-En el periódico… La Voz. Lo tomó del brazo y lo sube a la patrulla. -Oficial, cual es el problema, pregunta Púas por las rejas que lo separan del oficial dentro del carro.
Este no responde y lo lleva directo a los separos en la comandancia, le pone en la sala de espera y se va. Luego de un par de horas le llama el juez del ministerio público.
-¿Qué pasó amigo?, ¿por qué estás aquí?
-No lo sé.-Todos dicen eso, ¿quieres que te crea? ¿qué te robaste?
-No me robé nada señor, soy una persona honrada, no ve que soy pobre.
-Cuantas te echaste, hasta acá huele.
-Nada, ¡ninguna! No tomo de día. ¿Que puso el oficial?, ¿porque me trajo?, yo quiero saber también.
-Tienes que pagar una multa de mil 500 pesos, en caja y puedes irte.
-¿Qué? Pero… ¿por qué razón? No voy a pagar nada, apenas tengo para sostenerme de aquí a la tarde, ¿de dónde cree que sacaré ese dinero?-
-Ese no es mi problema, si no tienes para pagar, te quedas 48 horas de rigor.
Bueno, mirando el lado positivo se ahorró el camión sólo tendrá que aguantar hasta la hora de salida y eso si le permiten salir.
-Oficial, permítame hablar por teléfono. -Le pide al policía que vigila las celdas-.
-No hay, no tenemos.
-Pero tengo derecho a una llamada.
-Si, eso nadie lo niega, si consigue el teléfono la puedes hacer.
-Pero que hijos de… Pásame mi celular, está con las cosas que guardé.
-No puedo agarrar esas cosas yo, ni moverme de aquí y ya cállate. Confundido y decepcionado trata de sacar platica a los demás que están en barandillas, estos sólo se le quedan viendo, detrás de ellos sale un tipo fornido, alto y musculoso.
- Mira, este wey se quiere acoplar, ahorita le rompo la madre. Púas camina a las rejas cuando en ese momento aparece Belicia con un policía, este le abre la puerta y le llama, indicando que ya puede salir. Belicia está vestida de monja y se lleva a Púas.
-Buen disfraz, le dice al subirse al carro.
-No, No es disfraz, en verdad soy monja, de la orden religiosa de Sucesos Paranormales e Intervención Divina. 
-Dios, creo que me tendré que confesar.
-¡Tonto!  -sonríe. 
–  Escucha, ya ha llegado el tiempo, el Hechicero se convirtió en creyente, mañana tiene cita con el padre para confesarse. Tu trabajo es seguirlo desde su casa y vigilar que no le pase nada, para que llegue bien a la confesión y pueda estar en gracia con Dios de nuevo.
En la casa de su madre y después de un buen baño le prestan un carro, uno de la parroquia para ir a hacer su encomienda, sólo que Púas se lleva el rifle por si tiene alguna dificultad con alguien. Todo el camino pasó sin novedad, el Hechicero salió de  su casa, llegó a la parroquia y se confesó.
Púas se alegra y espera que no vuelva a pecar si no estaría todo perdido de nuevo bueno, supone que con la creencia ya es suficiente para tener la gracia. Él sabe que no es verdad, la gracia es ser constante y, de cualquier modo hay que mantenerla, es por eso que le preocupa que vuelva a caer en la tentación, al fin de cuentas Púas sabe de esas cosas, él ha caído muchas veces en la tentación y en ese momento se encuentra en pecado mortal.
Ante la amenaza de esto, púas decide hacer algo, va a la cajuela del carro, saca la funda de la guitarra, la mete al frente del carro, de ella saca el rifle, apunta con mucho cuidado y le dispara al General.
Belicia voltea de inmediato con Púas, este guarda todo con prisa, enciende el carro y se va. La monja, quien sabe todo, trata de perseguirlo pero es inútil, a pie no lo puede alcanzar.
-Tenía que hacerlo, tenía que hacerlo, tenía que hacerlo -le habla por celular a Belicia y le repite la frase constantemente. Cuelga-. Púas se encuentra abrumado por los acontecimientos y deja el carro en una calle cerca de la parroquia y lo abandona, se va corriendo a su casa, hace las maletas y se va al aeropuerto.
-Aún no es su vuelo señor, le dice la señorita de la ventanilla, en el aeropuerto.
-Lo sé, ¿me lo puede cambiar para hoy?, puedo esperar. 
-Por qué no renta una habitación de la sala y espera su vuelo. -Le sugiere la señorita-.
Se dirige a las habitaciones que están dentro de la sala de espera para rentar una.
La cama tiene sábanas tan blancas como la leche y es cómoda tal cual te recostaras en algodones. Prende la televisión y en el noticiero describen lo sucedido en la parroquia. Púas se queda dormido, no le preocupa ya, ahí no lo molesta nadie pues nadie sabe de su viaje, sólo los de su trabajo pero aún así no se sabe quien hizo lo que pasó en el lugar santo. Espera la hora de su salida y entre sueños y el audio de la televisión, las imágenes aparecen con tanta definición que piensa estar ahí.
-Yo, que sólo quería vivir, ahora lo haré en cada persona que exija justicia pues lo que hice fue programado por la sociedad, yo sólo apreté el gatillo. Hay infinidad de monstruos caminando por la tierra, por el país, en tu ciudad e inclusive por el frente de tu casa esperando la oportunidad de hacerte daño, esperando un descuido para asaltar tu confianza y hacerte sentir decepcionado de este mundo y así apartarte de la esperanza, convirtiéndote en una fuerza que se comporta de igual manera. Yo fui una persona tranquila, me fui convirtiendo en uno de ellos, fui un mata monstruos, pero ahora que lo puedo meditar, ¿qué diferencia tengo con ellos? No soy menos monstruo que los criminales que les quité la vida, me quitaron mi educación, mi modo de ver la vida, me quitaron la esperanza y cambiaron mi objetivo en la vida.
Una imagen de Belicia, en el mismo sueño le advierte.
-Púas cuídate, recuerda que el Diablo está enojado.